En un caso que ha conmocionado a la comunidad de Sant Andreu de la Barca en Barcelona, una mujer ha sido condenada a siete años de prisión tras admitir haber agredido gravemente a su pareja, a quien también debe compensar con 250,000 euros por daños físicos y psicológicos.
En un suceso ocurrido en 2021 dentro de un establecimiento en Sant Andreu de la Barca, Barcelona, una mujer ha sido oficialmente sentenciada a siete años de cárcel por un delito de lesiones agravadas contra su pareja y jefe en el bar donde ambos trabajaban. La sentencia, ya efectiva, fue resultado de un acuerdo entre la acusada y la Fiscalía, e incluye una compensación de 250,000 euros a favor de la víctima, como reparación por las secuelas tanto físicas como psicológicas derivadas de la agresión.
La acusada, que ya había cumplido dos años en prisión provisional, se valió de los servicios de una intérprete de bengalí para comunicarse con el tribunal. Reveló que llevaba años en una relación con el hombre, quien poseía dos bares en el municipio. La admisión del delito por parte de la mujer fue un requisito indispensable para finalizar el acuerdo legal, aunque inicialmente negó los hechos, alegando haber sido víctima de agresión sexual por parte del hombre.
El incidente tuvo lugar el 31 de mayo de 2021, cuando, bajo la pretensión de realizar un acto sexual, la mujer agredió al hombre con un cuchillo de cocina. La víctima relató cómo, a pesar de su resistencia inicial debido al cansancio, fue convencido para participar en un acto que resultó en su agresión. Además, describió cómo, tras el ataque, la mujer intentó impedir su salida del local y cómo tuvo que activar nuevamente las cámaras de seguridad para registrar los hechos antes de buscar asistencia médica, a lo que se sumó la pronta respuesta de una ambulancia que lo trasladó al Hospital de Bellvitge.
Aunque la acusada ha solicitado a los jueces una oportunidad para llevar una «vida normal y corriente» sin regresar a prisión, comprometiéndose a respetar la ley y ofreciendo disculpas a la víctima, la condena se mantiene firme, cerrando así un capítulo de violencia que ha dejado una marca profunda tanto en los involucrados directos como en la comunidad de Sant Andreu de la Barca.
